Este año comienza con un descenso del precio del petróleo lo que deriva en una reducción de los recibos de la luz y el gas. Dos días antes de las elecciones generales, el Gobierno publicó un decreto en el que establecía la congelación de la parte regulada de la factura, lo que se traduce en una reducción media del 0,7% en el recibo de la luz y de un 3% en el del gas natural.
El precio de la bombona de butano también desciende, iniciando el año con un coste de 12,7 euros y, dada la tendencia del precio de los combustibles, es posible que se apliquen nuevas rebajas. De hecho, también se espera que en las próximas semanas el precio de los carburantes incorpore nuevos ajustes, lo que se agradecería a la hora de llenar el depósito del coche.
Pero esto no significará necesariamente más dinero en los bolsillos de los ciudadanos, ya que los salarios y las pensiones seguirán en la misma línea de los últimos años, lo que unido al aumento general de los precios, en torno al 1%, hará que el poder adquisitivo de las familias se mantenga en un nivel muy similar al del 2015.
La recuperación se notará más en las grandes cifras macroeconómicas que en los presupuestos familiares. Se prevé un crecimiento de la economía del 3%, pero el aumento de los sueldos será mucho menor. En el ámbito privado, el acuerdo firmado entre patronal y sindicatos recomienda una subida del 1,5%. El salario mínimo, que establece el Gobierno, fija un aumento aún menor, del 1% (6,6 euros al mes), hasta los 655,08 euros.
Los empleados públicos están de enhorabuena ya que su salario sube un 1%, siendo el primer aumento que se les aplica desde 2010. Además, les devolverán el 50% que aún les adeudan de la paga extra de Navidad que el Gobierno Central les retiró en 2012.
Peor lo llevarán los diez millones de pensionistas, de los que cada vez dependen más miembros de la unidad familiar. Su retribución vuelve a subir un 0,25%, tal y como lo hizo en 2015, que en el caso de la pensión mínima con cónyuge a cargo supone dos euros más al mes.
Los cuatro millones de parados tampoco incrementan su prestación, ya que en 2016 volverá a estar congelada por sexto año consecutivo. Si se tiene en cuenta que la inflación para el conjunto del ejercicio puede llegar al 1,2%, los ciudadanos que dependen de una prestación no ganarán poder adquisitivo.
Sin embargo, los impuestos se toman un respiro. En 2016, se aplicará la segunda fase de la reforma del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) que va a volver a reducir las retenciones de los asalariados hasta en un 3%. Se calcula que en el bolsillo de un empleado que gane entre 25.000 y 40.000 euros al año, esa rebaja supondrá 20 euros más de media en la nómina a final de mes.
También continuará aplicándose la rebaja del impuesto sobre sociedades, cuyo tipo general pasa del 28% al 25%, que puede llegar a ser del 20% en el caso de las pymes, y al 15% para las empresas de nueva creación.
Fuentes: elcomercio.es y economia.elpais.com